jueves, 18 de septiembre de 2008

11/08/08 Dia 12: Budapest

Bueno, después de dormir como nunca, salimos a ver lo más representativo de la ciudad. Una vez más, cruzamos por el puente de Margarita que nos llevaba a la ciudad, ya que dormíamos en Buda. Si algunos puentes del Ebro parecen largos, imaginaos del Danubio que es más caudaloso y ancho...

Fuimos pasando por el Museo Magiar, el instituto de artes aplicadas, el Puente de las Cadenas, la basílica de San Esteban, el palacio real, la ópera, el Palacio Gresham, el de Sisi (más de casualidad que otra cosa), ...

Dado que había que trepar, pasamos de ver la Várhegy o colina del castillo, que prometía (vistas las fotos) estar muy bien, pero era mucha paliza para lo que llevábamos encima. Por la misma razón, tampoco vimos de cerca el Mátyás templom, aunque les hice algunas fotos... desde lejos.

Por poco se me olvida escribir la hora y media larga que perdimos en la estación para reservar los billetes a Venecia para el día siguiente. Aburrimiento es un término re-descubierto por nosotros en aquel eterno momento. Cogimos número como en la charcutería y nos sentamos/tiramos a esperar nuestro turno. Habría unas 200 personas delante de nosotros, y nos dió tiempo, por turnos, a hurgar en internet, sacar dinero, aburrirnos en grupo, aburrirnos en solitario, contar cuantas veces pasaba la misma gente por delante, etc. Pero al final lo conseguimos, nos vamos mañana a las 17:00.

Después de todo eso teníamos bastante hambre y tras meditar varias opciones, decidimos darnos un capricho y cenar a lo grande en un restaurante llamado Bonnie and Clyde, que tenía muy buena pinta. Para nuestra sorpresa, comimos unas pizzas caseras enormes y buenísimas, por las que nos cobraron bastante poco. Unos 11 € por persona, incluyendo varias cervezas y cocacolas.

Volviendo a la residencia, dimos un paseo por las calles comerciales y turísticas, en las que para variar, se miró mucho pero no se compró nada. Pensábamos aprovechar el último día, así que como si fuésemos unos yayos de vacaciones, nos fuimos a dormir a eso de las 11 y pico.

He dicho dormir?? no, un grupo de irreductibles germanos alimentados por una poción no tan mágica conocida como vodka a palo seco, resiste a los insultos y amenazas del escuadrón paramilitar que vigilaba el establecimiento. Sin embargo tras el segundo asalto, fueron recluidos en las terrazas donde ya pudimos ignorar sus gritos y dormir.

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